
Por tal razón,
los procesos de gestión no pueden permanecer ajenos a las condiciones que hoy
se viven, simplemente cumpliendo por acción o por reacción de forma mecánica
con cursos o talleres que no aportan en la construcción de empresa, sociedad y
cultura; es así como por la formación debe ser entendida como un proceso de
largo alcance y gran importancia, que debe ir de la mano con el desarrollo de
la investigación social. Es indudable que a los individuos que conforman las
organizaciones, se les debe brindar espacios de formación como fuentes de
apropiación de nuevos conocimientos, pues ello es una contribución de doble
vía, de un lado a los trabajadores y de otra a la empresa; así mismo, es vital
configurar escenarios para la innovación apoyándose en la investigación, ya que
ésta generara impensables aportes de cada una de las personas que conforman la
organización.

Las instituciones,
sean estas públicas, privadas o incluso ONG, deben delinear y poner en
funcionamiento un plan de formación para su talento humano. Dado que éste es un
aspecto vital para alcanzar una perspectiva de desarrollo social, de equidad e
inclusión sostenible en el tiempo; la responsabilidad social debe involucrar el
compromiso de todos los sectores de la sociedad en sus diferentes espacios y
ámbitos de actuación: con la comunidad, con su medio ambiente, con otras
organizaciones y con el entorno organizacional. Es por ello que se debe
propender por una co-responsabilidad social que conlleve a mejorar la calidad
de vida, tanto de las personas que integran las organizaciones e instituciones
como las de la comunidad local, regional y nacional.
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